Allí estás, entre rejas, con un ojo, otro ojo. Manos sujetan lo que a diario van creando sin palabras, llaves infinitas que pretenden encarcelar las voces de protesta que emergen en llamaradas fluctuantes. Ya alguien ha recogido las letras, dejando la pancarta en blanco. Pero ni la muerte podrá amilanar la fuerza interna de lucha. Sí, sigamos siempre adelante, con nuestras Banderas reacias a que algunos cuantos nos quiten la llave de la sonrisa.
Ma. Alejandra
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